Según datos del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, se estima que a nivel urbano cerca del 70% de los chicos de entre 5 y 12 años suelen jugar en la vereda, en el espacio barrial, en plazas o en parques. Sin embargo, los que no suelen hacerlo son los niños que pertenecen a los estratos sociales bajo y medio, y que residen en villas, asentamientos y otros barrios vulnerables.
¿Dónde pasan entonces los días de calor los chicos en estos barrios? La respuesta es variada: desde colonias hasta piletas improvisadas y escuelas que abren sus puertas aunque no haya clases.
El objetivo de estos lugares de contención es alejarlos de la calle y los peligros que implica que estén todo el día solos en sus casas, mientras sus padres trabajan.
Jugar al carnaval
En la manzana 19 de la villa de Retiro, un grupo de siete chicos comparten una pileta rectangular. Alejandro, de seis años, salpica a todo aquel que pasa con una pistola de agua, mientras que los hermanos Morena (12), Jesús (10) y Acacia (3) aguardan, expectantes, el «permiso» de sus vecinitos para poder zambullirse en la Pelopincho más concurrida de la cuadra.
Su mamá es Rosa Solá, que tiene 34 años y vive con los tres chicos en un departamento ubicado en un tercer piso. Cada verano, suelen armar la pileta justo debajo de la escalera caracol por la que ingresan a su hogar: ahí nomás, en plena calle.
Rosa comenta que si bien las piletas generan cierto conflicto entre los vecinos, son un mal necesario para pasar el verano en la villa. «Acá todo es cemento, no tenés árboles ni plantas como para que corra algo de viento», dice la mujer. «Los chicos juegan con agua al carnaval, sacan baldes y mangueras. Todo el día es así: desde que se levantan hasta la noche».
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Promover el desarrollo integral de los niños todo el año
En la otra punta de la ciudad, a metros de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, Gael, de dos años, agarra un potecito, saca agua de una palangana roja y, con los ojos bien abiertos y una sonrisa de oreja a oreja, se tira todo el líquido en la cabeza.
Está en el Centro de Primera Infancia (CPI) Floreciendo, de la Fundación Pilares, una organización que trabaja junto a las familias que viven en asentamientos precarios en la zona y que promueve el desarrollo integral de los niños de uno a tres años.
«El que se enoja pierde en este juego con agua», dice la señorita Ailín, mientras que, con un burbujero, arma pompas de jabón y un grupo de unos 14 chicos intentan agarrarlas.
Florencia Kuschnir, trabajadora social del CPI, comenta que si bien el lugar en sí funciona más como un jardín maternal que como una colonia de verano en la actualidad aprovechan para hacer actividades recreativas y no tan curriculares para fomentar la integración de los niños, ya que el centro abrió sus puertas hace solo tres meses.
«Los chicos desayunan, almuerzan y meriendan, duermen la siesta y juegan. Es un espacio importante porque muchas familias que no tienen trabajo pueden salir a buscarlo y saben que dejan a sus hijos en un lugar seguro», explica la trabajadora social.
Mientras algunos siguen jugando con el agua en el patio principal que conecta todas las salitas, otros, con la ayuda de las señoritas, prefieren treparse a una casita de madera con un tobogán.
Divertirse en el colegio
En el barrio municipal Ramón Carrillo, en Villa Soldati, la escuela número 19 José Martí está abierta en pleno enero. Son las 10 de una mañana sofocante y más de 40 chicos terminaron de desayunar.
En el gimnasio cubierto de la escuela, un grupo se divide para participar de tres propuestas vinculadas con la robótica, mientras que otros juegan a pasarse la pelota en el patio externo.
Así, el colegio se transforma de lunes a viernes en una de las 68 sedes de Vacaciones en la Escuela, un programa del Ministerio de Educación del gobierno porteño que funciona durante todo enero y donde ya participan 18.930 chicos de entre 3 y 18 años.
Si bien en la escuela no hay piletas ni juegos con agua, la diversión acuática llegará más tarde cuando el grupo se traslade al Parque de la Ciudad, en Villa Lugano, predio central del programa.
«El juego es el motor, el medio, para poder llevar a cabo todas las actividades», dice Ricardo Benítez, coordinador general de Verano en la Escuela, y explica que el programa sirve más como un espacio donde los chicos se sienten protagonistas que de contención en sí.
«Acá vienen, se los escucha y muchas veces se llevan a cabo propuestas a partir de ideas que ellos traen», explica Benítez.
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Para saber más
Fundación Pilares
Vacaciones en la Escuela
buenosaires.gob.ar-educacion/escuelaabierta/vacaciones-en-la-escuela
FUENTE: lanacion.com.ar