5 Feb 2025, Mié

Diego Starópoli: “Más allá de lo estético, mis tatuajes sanan el alma”

El mundo del tatuaje trae historias de todos los colores y sus orígenes pueden ir desde lo más banal hasta lo más sentimental en la vida de la persona que se infringe una marca eterna en su piel.
Pero existen marcas que deja la vida y que, en muchos casos, son difíciles de asimilar. Quemaduras, cicatrices de operaciones invasivas o aquellas que dejan los actos violentos, son marcas a las que la psicología puede dar una gran ayuda para salir adelante. Pero la psicología no cura lo estético. Y aquí entra en acción alguien que transformó el arte de tatuar en una acción solidaria que busca llevar un poco más de bienestar a aquellas mujeres que han sufrido abusos y también a las que el destino les propinó enfermedades como el cáncer de mamas, que dejan secuelas.
Esta es la historia de Diego Starópoli, tatuador, un hombre que hizo de su arte, una herramienta para ayudar a curar el alma.

Entrevista: Damián Sileo

 

Desde su local de Mandinga Tattoo, en el barrio porteño de Lugano, se hizo popularmente conocido por la cantidad y calidad de sus tatuajes. Se podría decir que Diego Starópoli tenía una carrera, más o menos asegurada, máxime en estos tiempos donde el tatuaje es una expresión cotidiana en muchísimas personas. Entonces, ¿qué lo llevó a salir de esa zona de confort e involucrarse en el mundo de las mujeres víctimas de violencia o de cáncer de mamas?

Tatuajes que sanan el alma. Aquí, la reconstrucción de un seno de una mujer víctima de cáncer de mama.

“Tatúo desde los ’90, pero hace unos 8 años, empecé a tatuar a mujeres que padecieron cáncer de mamas. Esto se debe a que todas las mujeres de mi familia padecieron esta enfermedad y consideré que era un homenaje a ellas. Mi viejo también falleció de cáncer.
Cuando me enteré que luego del cáncer las mujeres perdían la mama y el pezón, pensé en que yo podía tatuarle en forma permanente ese pezón. Y así que empecé a hacerlo. A lo largo de estos 8 años, llevamos 1724 tatuajes a mujeres víctimas de esta enfermedad”. (N. de la R: el tatuaje número 1724 lo realizó al momento de dar esta entrevista, mientras se encuentra en Bariloche, en medio de un raid que detalla más abajo, en esta misma nota).

 

Una verdadera obra de arte que disimula casi a la perfección los vestigios de una quemadura.

La charla con Diego se torna interesante cuando entra a contar con singular pasión cómo empezó a involucrarse en esta tarea que es como una misión en su vida.

“Cada una de estas mujeres tiene una historia de vida y nos hace parte de su vida. Claramente no recuerdo todas sus historias, pero sí es importante saber que ellas se van a acordar de nosotros. Y quiero destacar que todas fueron gratis. Nunca se le cobró un centavo a ninguna mujer por haberle tatuado algo que disimule la herida permanente que le dejó una operación.
Así como tatúo mujeres con cáncer, hago lo propio con mujeres que fueron víctimas de violencia doméstica o intrafamiliar. Pero son casos mucho más graves porque a veces hemos trabajado en cuerpos de mujeres con la mitad de su superficie quemada. Esos tatuajes llevan meses realizarlos”.

 

La familia. El tesoro más preciado de Diego, que lo acompaña en esta travesía de Ushuaia a Alaska, reparando almas con sus tatuajes.

Mientras charlamos con Diego nos enteramos que no está en Buenos Aires, sino en Bariloche. Y no precisamente de vacaciones, aunque está acompañado de su familia, este viaje es trascendental en esta misión que apenas si tiene una década de existencia.

“En la actualidad estamos haciendo un viaje que va desde Buenos Aires a Ushuaia y desde Ushuaia a Alaska. Viajamos en un motorhome adaptado para cuatro personas. Voy con mi esposa y mis dos hijos. Tenemos previsto recorrer 14 países durante el viaje, y en su mayoría tenemos preacordado la realización de nuestra tarea de reconstrucción mamaria a través de tatuajes al momento de llegar a esos destinos. También vamos a trabajar con mujeres con quemaduras, pero haciendo tatuajes no tan grandes porque será limitado el tiempo con el que contaremos en cada parada.
Se podría decir que es un viaje familiar con mucho contenido social”.

 

Un viaje familiar que se convirtió en una causa de vida.

La charla con Diego va llegando a su fin, y como suele suceder en estos casos altruistas, uno quiere saber cuál es la motivación, qué es lo que lleva a un hombre de quien se puede decir que tiene su vida más o menos resuelta, a destinar gran parte de su tiempo y sus conocimientos para realizar una obra por la cual no cobra un centavo desde hace 8 años.

“La realidad del por qué hago lo que hago es porque creo que en la vida todo vuelve. Yo lo tengo tatuado en la mano y creo que soy un afortunado de haber elegido un trabajo que me permitió crecer como persona, como hombre, como padre y como marido, que me ha dado la posibilidad de tener mi casa, mi negocio, y encima, poder ayudar a un montón de gente desde lo que hago. Que no es ni más ni menos que un tatuaje, pero son tatuajes sanadores. Así los llamo y hasta los registré como una marca, ‘Tatuajes Sanadores’. Porque más allá de la piel y lo estético, sanan el alma. La gente que tapa una cicatriz tiene una historia de mucho dolor atrás y yo soy un afortunado que aparezco en sus vidas para disfrutar de la mejor parte de esa historia, que es la de verlos felices a partir del tatuaje que les hago”.

 

Para conocer más la tarea de Diego Starópoli, se puede acceder a sus redes sociales:
Fanpage: www.facebook.com/MandingaTattooStudio
Instagram: @mandingatattoo