Azul es una nena de 4 años, como cualquier nena cuyo deseo es jugar, estar con sus amiguitas y disfrutar de papá y mamá en casa. Seguramente, más de una vez le habrá pedido a su madre que le comprara alguna muñeca de moda o tener el look de alguna de las tantas referentes infantiles que pueden verse en televisión.
Pero la historia de Azul transita por un carril inusitado para una niña de tan poca edad. Un día, sorprendió a su papá, Ariel Méndez, con una propuesta. “Papá, quiero regalar mi pelo para hacer pelucas a nenes con cáncer”, dijo, palabras más, palabras menos. Ariel no cae de su asombro y casi no recuerda las palabras precisas, pero es evidente que el nudo en su garganta al contar la anécdota no hace más que evidenciar que estamos ante un grado de sensibilidad supremo por parte de una niña que, en esta situación, ha razonado como una persona adulta.
Ariel nos cuenta el episodio con sus palabras: “Bueno, esto ocurrió mientras transitábamos nuestras vacaciones en familia, en Puerto Madryn, Chubut, lugar donde residen mis suegros. Todas las mañanas, luego del desayuno, nos íbamos a la playa, pero el día que Azul nos comunicó a su mamá (Vanesa Fernández) y a mí su deseo, fue un día de mucho viento en el cual no estaban las condiciones para ir a la playa. Azul y su hermanita Pilar, luego del desayuno, jugaban mientras miraban dibujitos. En un momento, y de la nada, Azul me llama y me dice que quiere hablar. En ese momento me comunicó su decisión de cortar su pelo para donarlo. Yo le digo que le cuente a mamá su lindo deseo, el cual la iba a poner muy contenta. Ella, tímidamente accedió y se lo contó. Con mi mujer no podíamos disimular nuestra emoción ya que las lágrimas nos delataban. Ella solo nos miraba no entendiendo lo que nos sucedía.
La timidez de Azul para contarle a su mamá surge porque ellas jugaban a peinarse como si fueran princesas y Azul siempre en este juego era Rapunzel”.
Continuando la charla con Ariel, es imposible no preguntarle si existe algún trasfondo o alguna historia cercana que la haya sensibilizado a la pequeña Azul. “Sí, la verdad es que con mi esposa tratamos de dialogar bastante con nuestra hija y siempre le pedimos que confíe en nosotros. Un día, mi señora, mientras peinaba a Azul, le dijo: ‘hija me parece que vamos a tener que cortarte el pelo porque está muy largo’. Ella rápidamente dijo que no.
Mi esposa en ese momento le transmitió que existían lugares que aceptaban cabello para hacer pelucas. Ella se interesó en eso y nos escuchó de qué se trataba y para quiénes iban a ir su cabello. Mi esposa y yo le dijimos que lo piense. Azul solo calló y cambió de tema.
Quizás por eso fue tanta la sorpresa y la emoción que tuvimos como familia cuando, de la nada, Azul decidió comunicarnos sus ganas de donar su cabello”.
La búsqueda de un lugar donde se pueda realizar el corte y la posterior donación es algo que ocupa a los padres de Azul por estos días. Por eso, hacemos un llamado a barberos y coiffeurs que se dedican a esta tarea, que puedan comunicarse con AccionesSolidarias.org a través de las redes sociales y buscaremos contactarlos con la familia de Azul, que vive en la localidad de Florencio Varela.